Algunas personas pasan por la vida dejando monodosis de
fuerza.
Viven viviendo muchas vidas en una, y demuestran, la fortaleza
del ser humano, de la bondad en mayúsculas, de la vitalidad en todo su
esplendor.
Antonio Carrión es una de esas personas que son como un
regalo, por que su sola presencia
hace más fuerte la tuya, y te enseña, a que vivas con más intensidad, con más
ansias de conocer, de descubrir, de soñar…
Exiliado, condenado a la pena de muerte, activista, luchador
incansable de las causas justas, idealista y sobre todo no habla
sino que hace, transforma, defiende y lucha por lo que cree, con coraje
y con una coherencia que ya les gustaría a muchos.
Con las palmas abiertas y con las líneas de la vida labradas
en su mano, este centenario subraya : " He vivido en este siglo siendo consciente de que la confrontación civilizada de las ideas, el diálogo, es la base de la convivencia".